miércoles, 6 de julio de 2011

Mis sábados por la mañana hace años o de como aprender a respirar bajo el agua

Mis sábados por la mañana de hace muchos, muchos años eran una combinación de sufrimiento e investigación. A menudo estaba en casa de mis abuelos, donde había dormido después de ver el Un, Dos, Tres, y esa mañana tocaba el agridulce momento bañera. Por qué agridulce? La primera parte del baño era para mí: para rellenar botecitos con agua, para simular ventosidades con el tapón del gel o para hacer pequeños tsunamis que hacían enfadar a mi abuela. La segunda parte era el momento de lavar en profundidad el pelo y ... desenredarlo. Y ese constituye uno de los peores recuerdos de mi infancia. Lagrimas, gritos, enfados y tirones, muchos, muchos tirones (ya podría haber existido el Tangle Teezer entonces, no???).
Pero no quiero centrarme en ello. Quiero contaros (o contarte) que de pequeña aprendí a respirar bajo el agua. Me diréis que eso no es posible, pero yo sigo convencida de ello. Era fácil... Yo me tumbaba boca arriba en la bañera, hasta que la cabeza reposara al fondo de ésta. Tenía por encima un palmo (de la época) de agua. Se trataba de coger aire muy, muy lentamente, muy poco a poco y al final lo conseguía. Hice diferentes pruebas: agua sola, agua con jabón... El recuerdo que tengo es que era posible hacerlo. El problema que tengo ahora es que cada vez que me meto en el mar, o en una piscina, el primer reflejo es el de respirar y claro... Han pasado muchos años y he perdido práctica. Me entra agua...
Y me dicen:_ Cariño, no sabes respirar bajo el agua
Y contesto: _ Pero sabía.

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